Microrelato.
RESACA
Sintió el dolor recorriendo su cuerpo, una vez, otra. Despertó sobresalada, sudando. Tocó su nariz nevada, todavía quedaban restos de la cocaína de la última dosis. Un líquido denso llegó hasta sus bragas. Gimió y se metió bajo las sábanas, había vuelto a ocurrir.
LA MECA
Son las 5 de la mañana. Me levanto. Coloco la alfombra hacia el oeste y me arrodillo. A mi izquieda veo la sombra de diez hombres que se apellidaron igual que yo. A mi derecha veo a diez hombres que se apellidarán igual que yo. Todos rezamos. Miro hacia el suelo y espero, tarde o temprano a mi también me llegará, tarde o temprano estaré a la izquierda.
MI BARBA
Cada vez que miro al espejo mi barba es más blanca y menos marrón. Arranco otra cana, las odio. El mes pasado guardé seis, este ya llevo más de veinte. Mi madre me mira con pena. Yo la miro con devoción. No quiero que siga sufriendo por mi aspecto. Solo me queda una opción, hace días que lo pienso frente al espejo. Afilo la cuchilla y corto junto a la yugular.
EL BUZÓN
Bip. Bip. Bip. Todas las moches marco su teléfono. Te quiero, siempre te querré, le susurro. Y siempre obtengo la misma respuesta. Pero hoy no. Hoy sí que me responden. Lloro, chillo. Prefería el Bip. Al menos sabía que no sabía nada.
LA CURA.
A él no le pasaría. Sabía como evitarlo. Lo tenía claro. Cada vez se sentíría más fuerte. Se infringío dolor con suavidad, sufrió levemente. Estaba seguro que la recompensa sería superior, tenía que confirmar su hipótesis. Ha pasado un mes. Ahora repite de nuevo, pero con más virulencia. La próxima vez ya no sufrirá, ni siquiera sabrá que algo ocurre en su cuerpo. Será libre.
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