miércoles, 14 de abril de 2021

dialogo César Noval

 

  • Jose necesito ir al baño. - dijo Anne. - Cosas de chicas. 


Rebuscó en su abrigo, que permanecía doblado sobre una de las sillas vengué del enorme salón. Una lámpara de arañana compuesta por miles de cristales de swaroski presidía la estancia. Aquel coloso de la iluminación podía alcanzar sin demasiados problemas el peso de un elefante hindú. En el bolsillo interior encontró lo que buscaba. Doblada en cuatro partes estaba la factura del taxi que los había llevado hasta la casa de su compañero.  


  • Buenas tardes. Disculpe. Soy la mujer que ha llevado en el taxi esta mañana junto al MAN. - 
  • Sí claro, dígame, ¿ha perdido algo, o necesita que vaya a recogerla?. He acabado mi turno pero mi compañero lleva el taxi. 


El corazón de Ane se desató acelerando vertiginoso. El taxista les había comentado feliz que después de aquella carrera finalizaba su turno hasta la mañana siguiente. No había contado con la posibilidad de que el Mercedes blanco no corriera la misma suerte y cambiara de conductor para seguir deambulando por las calles de Madrid. 


  • Pues… - trató de recobrar la compostura. - lo que necesito… Lo que necesito es un favor personal. Como si fuera su amiga. 
  • Dígame señorita, soy de los que han ido a por fresas el día de Navidad para mi señora cuando estaba embarazada, así que más difícil no puede ser. 
  • Debajo del asiento de su taxi he dejado sin querer dos objetos. - Contuvo unos segundos el aliento. 


No estaba segura de en quién podía confiar pero era la mejor opción. Si pedía que el compañero del taxista que acudiera a la dirección donde se encontraba para recoger ella misma lo que ocultaba el asiento del conductor, tendría que darle explicaciones a Jose. Otra opción era regresar a su casa, tenía dudas respecto a su amigo, aún no estaba segura de creer su versión de lo ocurrido en el MAN. Había estado demasiado tiempo para un resumen tan corto. Lo cierto es que necesitaba alguien a su lado, al menos aquella tarde. Temía verse sola en casa, aquellos hombres que había visto entrando a su despacho en la pantalla del control de seguridad del MAN le cruzaban la mente cada vez que cerraba los ojos. 


  • Disculpe. Me refería que se me han olvidado, nada dos tonterías debajo de su asiento. Me refiero, a que lo había escondido… 
  • Sí sí, le he entendido. Le pasa a mucha gente, que para estar cómoda dejan las tabletas esas que llevan hoy día debajo de mi culo en el taxi y se dan cuenta a los días. - Rió. - Tengo ya una colección. Ahora llamaré a mi compañero. 
  • Toda la razón, he dejado el portátil. Y… Hay otra cosa. También hay un portarollos, un cartucho. Como esos que llevan los arquitectos para los planos, o los artistas para los cuadros. Se llama cartucho. Este está vacío pero le tengo mucho cariño… Me lo regaló mi padre y claro… no lo quiero perder. Lo meten todo en una caja y… 
  • No se preocupe, yo me encargo. 
  • Se lo llevan a la dirección donde la he dejado, era… 
  • ¡No, no! 
  • Vale, vale… - respondió apurado ante la intensidad de la negación recibida a su propuesta. 


Sopesó las opciones. No podía llevarlo al MAN, su casa tampoco le parecía el mejor de los lugares, su amiga Julia vivía en las afueras. 


  • Debe llevarlo a… calle serrano 17. Allí su compañero encontrará a un hombre encantador. Que como usted lleva sombrero con estilo. 
  • Lo mío es una boína para la calva. 
  • Nicolás, deben preguntar por él. Como le digo lleva un bombín de charol. Debe decirle que es un paquete para Valero Lafuente. Nicolás le pagará la carrera y los gastos. O si prefiere puedo pagarle yo por adelantado, ¿tiene usted bizum o paypal?


Valero era su vecino del piso inferior. Un hombre de noventa muchos años que agradecía las escasas visitas de su vecina, y que casi siempre obedecían a algún favor que Anne le solicitaba. Hasta su jubilación había sido profesor de derecho penal pero ahora a penas salía de casa o conseguía alcanzar la puerta. Anne esparaba que el paquete estuviera suficiente tiempo en manos de Nicolás para poder recogerlo ella misma. 


  • No se preocupe señora, yo me ocupo. Nicolás, para Valero Lafuente. 
  • Mándeme un mensaje por favor cuando lo hayan entregado.  
  • ¿está usted bien, le noto la voz muy alterada? Solo un es ordenador.  
  • No se preocupe, nada que un par de horas de compras no puedan arreglar. Le diré a Nicolás que les dé una propina generosa. Avíseme cuando su compañero entregue el paquete, es importante, muy importante.
La suerte de Anne dependía de aquel hombre. Rezó un padre nuestro. Antes de pronunciar amén Jose llegó hasta ella. 

- ¿De verdad pensabas que no me iba a enterar? 

Jose apretó el gatillo. Una hola de calor invadió el corazón de la mujer. 

- Te quiero, pero sirvo a un fin mayor. Lo siento. 

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