jueves, 25 de febrero de 2021

 Mañanas – Myriam G.

 

Despierta la mañana bailando

la cantarera de zinc en mi mano pequeña,

golpeando mis pantorrillas al paso de mis bambas.

Olor a leche, esfuerzo y boñigas frescas.

Se despereza la mañana bostezando

los primos en la cocina, hule de margaritas y sillas de enea,

removiendo en espirales de grumos el Cola-Cao.

Al fondo, en Radio Nacional, voces como rompecabezas.

Se viste la mañana de rockys y sandalias de goma.

Y nos congregamos en la cuadra

donde ya no hay mulas ni aperos, pero sí balones, hula-hops y bicicletas

esperando su momento.

Ritual de colores Alpino y cuadernos Santillana.

Y por fin (¡POR FIN!) rompe la mañana

porque podemos salir (¡Y SALIMOS!) escopeteados a la plaza.

Nos pegamos calcamonías en la fuente.

Trepamos por los pretiles de la iglesia.

Nos tiramos por sus escalinatas en bicicleta.

Perseguimos gatos de tres colores.

Nos escondemos detrás de las esteras.

Y con el sol bien en lo alto, nos escapamos a la vega

de caminos polvorientos donde vigilan las higueras.

De horizontes de sierra.

De inclinadas cuestas.

De hazas de olivos solemnes.

De cortijos con perros sueltos.

De carretas levantando nubes con las ruedas.

Con cañas jugamos a la guerra.

Con pies descalzos nos metemos en las acequias.

Con disimulo nos colamos en los secaderos.

Con dedos hábiles pescamos moras

y nos ensangrentamos las bocas con ellas.

Y como el tiempo no vuela, se desintegra,

hay que atender a la llamada del campanario, y volver,

aún con churretes en las caras morenas,

rodillas desolladas y

uñas negras de tierra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

“Querrás saber por qué no estoy en casa y por qué no he llamado para avisar de que me iba. Esta noche se me ha aparecido la Virgen y me ha d...