martes, 2 de marzo de 2021

 

Artículo de opinión.    EL ESTACAZO.  Javier Bisbal

Una corona no es un paraguas, el numero uno de los españoles tiene que exponerse a la lluvia al igual que el resto de los españoles y si se ha mojado tiene que aguantar el chaparrón de críticas más o menos explícitas. En plena dictadura franquista, en la que no había libertad ideológica, ni de culto, ni de prensa, ni siquiera sexual, Lluis Llach publicó L´estaca, en 1968, la genialidad del mensaje implícito —que todos sabían lo que significaba— consiguió expresar la denuncia a la falta de libertades durante la dictadura sin que el cantante catalán ni los universitarios que la cantaban fueran detenidos. El cantante cautivo que está originando una ola de violencia en las calles no tiene el talento necesario para denunciar de forma implícita lo empapado que está el coronado emérito. Quizá por esta falta de talento merezca un estacazo intelectual pero lo que no es de recibo es que lo hagan cautivo del estado en plena pandemia. La ola de violencia (sobre todo en Barcelona) está demostrando que ha sido peor el remedio que la enfermedad — repito, estamos en un contexto mundial de excepción por la pandemia, y si se pueden evitar estos altercados de alguna forma conforme a derecho se deberían evitar—. Soy lego en materia de recursos de casación u otras medidas jurídicas que permitan aplazar una sentencia sin someterse al chantaje de la violencia, pero la judicatura debería haber procedido en consecuencia por el actual contexto —repito, estamos atravesando una pandemia—.

Jiddu Krishnamurti sentenció “No es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma”.  Cualquier personaje que aspire a ganarse la vida divulgando mensajes, por cualquiera de las artes existentes, sabe, o debería saber, que no vivimos en una acadia feliz, y los descontentos siempre van a recoger los mensajes antisistema con fervor casi sexual, hasta celebrar sus orgías violentas en pos de un mundo más justo. El oportunismo del cantante cautivo lo ha llevado a amenazar públicamente a instituciones y personas y esto nada tiene que ver con la libertad de expresión, el delito de amenazas está tipificado en el Código Penal. Claro está que los siete pecados capitales de toda la vida se han transformado en virtudes públicas, y que la sociedad está bastante malita, pero los togados al igual que los oportunistas deberían proceder según el contexto actual, a riesgo de merecer un buen estacazo. Y esto no tiene nada que ver con la libertad de expresión.

 

NOTAS DE AMÉRICA. Charles Dickens. (Descripción de un apartamento neoyorquino visto por un británico en 1850).

Subid esta oscura escalera con cuidado de no perder pie en las quebradizas tablas y avanzad a tientas conmigo en esta guarida de lobos, dónde no parece entrar ni un rayo de luz, ni un soplo de aire. La luz de la cerilla se extingue y deja una oscuridad más profunda que antes, si es que existen grados en tales extremos.

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