jueves, 10 de junio de 2021

 Tiempo - Myriam G.

El tiempo, como la gota lenta de la clepsidra, fluye largo cuando te espero. Y, sin embargo, bulle con burbujas breves y brillantes cuando te encuentro. Cuando te sueño, se sublima, elevándose sutil al cielo, liviano, sin peso.

Pero de pronto siento a ese tiempo dulce preñado de nubarrones grises. Negros augurios se arrastran por mi ánimo. Como un perro que presiente el peligro, gruño a la incertidumbre. Quiero que se aparte. ¡Largo!

Y en un parpadeo el tiempo revienta rechinando en un aullido de caucho que perfora los tímpanos. Estalla en un estruendo de cristales rotos. Se desgarra en un grito de metal retorcido brutalmente.

La sangre caliente y el alma helada. Y ya no hay tiempo. Se ha detenido para dejarnos ver y oír y entender que esto quizá sea el adiós. Qué cruel amabilidad la suya. Qué dolorosa lucidez la que nos regala. Vemos todo. Oímos todo. Y no sentimos nada. Sólo que él se escapa.

¡NO!

Me revuelvo. Me enfrento. Lucho. Pataleo. Sólo deseo que tú te resistas también. ¡Pelea! ¡Golpea! ¡Sacúdete! ¡No lo dejes escapar! ¡Que no se salga con la suya! ¡Nos pertenece! ¡Eh, nos perteneces!

Sonríe burlón.

Nos mira, pensativo.

Se aleja lento, cabizbajo.

¡Y regresa!

Se acompaña de un dolor lacerante que nos atraviesa. De una conciencia clara de un nuevo ritmo frenético. Porque no hay ni un minuto que sacrificar. Ni un aliento que desperdiciar. Ni un latido que perder.

Maldito tiempo.

Bendito tiempo.

 

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario

“Querrás saber por qué no estoy en casa y por qué no he llamado para avisar de que me iba. Esta noche se me ha aparecido la Virgen y me ha d...