miércoles, 11 de noviembre de 2020

La tostadora voladora

 




                   La tostadora voladora



Lo que más me gusta hacer al levantarme es prepararme unas ricas tostadas. Pero hoy mi tostadora ha levitado ante mis ojos atónitos, se ha elevado de la superficie fría de mármol blanquecino de mi cocina y ha quedado suspendida ingrávida e inmóvil a la altura de mi nariz, me he quedado impertérrita mientras podía oler los resquicios de las tostadas del día anterior. Lentamente la tostadora, a la que tanto amo, con un respingo de su parte trasera, donde pulsas para que salgan disparadas las tostadas y elevando y contorneando su cable como si fuera la cola de un gato, se ha despedido de mí. Ha salido por el balcón elegante, suavemente y sin prisa. Con una de las nuevas letanías, del actual Papa, me he despedido de ella: “Madre de la misericordia “cuidad de mi tostadora.


Y la tostadora que ya no es mía sino suya propia y vuela por el cielo rumbo no se sabe a donde, desaparece ante mi vista haciéndose pequeñita. Corro a por mis prismáticos porque necesito seguir viéndola. La tostadora se balancea y se deja mecer por la suave brisa. Tengo la certeza de que la tostadora se ha jubilado y comienza una nueva aventura en su vida. 



--Ahora soy libre-- dice la tostadora

Me marcho de vacaciones a Groenlandia, necesito un lugar refrescante: “Basta ya de quemar tostadas”

---Me gustaría mucho ver una aurora boreal- dice la tostadora


De repente sopló un fuerte viento planetario que hizo ascender a la tostadora lenta y paulatinamente. Ascendió más de 50 km de altura, en su elevación sorteó a más de 20 aviones que surcaban la troposfera. Comenzó a sentir cierto vértigo y el peligro de ser autodestruida por un meteorito de los que divisaba en la lejanía. 


--Cuanta oscuridad y que pequeñita se ve la tierra—dijo madam tostadora.


Mientras seguía ascendiendo fue deslumbrada una intensa y brillante luminiscencia,  pensó que era la aura boreal que tanto deseaba ver pero no, era la luz del primer transbordador espacial turísco en el que viajaban una multimillonaria y estilizada batidora y un gordito microondas. Viajaban a 690 Km de la Tierra. La tostadora se emocionó. Estaba siendo testigo de un momento histórico.


La tostadora se sentía ávida de aventuras continuó su trayecto ascendente hasta alcanzar los 10000km de distancia de la Tierra. Allí su antigua vida le parecía pequeña y reducida. Quemar tostadas era su mayor preocupación. Ahora todo le parecía irrelevante ante tanta magnificencia.


Decidió seguir vagando por la vía Láctea los próximos años luz, habían muchos lugares que visitar y tal vez tomaría el mejor de los transportes espaciales  “los agujeros negros” donde podría relajarse y visitar muchas galaxias como la de Andrómeda, entre otras.


--Ahora soy una tostadora espacial y muy especial---se dijo a sí misma.

Por fin me siento realizada.




Sofi 

 




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