El silencio, que envolvía la habitación, se vio roto por el sonido de la alarma del móvil, que fue invadiendo su cerebro poco a poco, hasta que se percato, de que debía apagarla. Esta situación se repetía, hacía días o ¿semanas?, ya ni conseguía recordarlo. Su meticulosa y ordenada vida, se había desmoronado en un instante al leer un correo electrónico que había estado tentada de no abrir. Camino de su trabajo, saludaba a las mismas personas, que veía casi todos los días, se paraba en los mismos semáforos, y mientras hacía la cola para comprar el periódico, que su amable kioskero le tendría preparado, ya que era el mismo todos los días del año, pensaba, porque no sería todo, como sus adoradas matemáticas, dónde todo era previsible y controlable. Repetía para si, su mantra preferido, el que repetía una y otra vez, en sus clases, analizar el problema, valorar las premisas y encuentra la solución, la solución estaba clara, tenía que volver y de repente, un sentimiento de nostalgia la envolvió, y la sacudió por dentro, consiguió volver del pasado a duras penas y centrarse en algo concreto, como era la preparación del viaje, de día o de noche, autopista o carreteras secundarias, sola o acompañada, y casi sin darse cuenta, se quedo dormida por primera vez sin problemas, en las últimas semanas.
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