SALIR
ADELANTE
Me cepillo los dientes con dentífrico
blanqueante por dos razones: morir con una bonita sonrisa y…
La otra razón se me ha
olvidado […] Olvido la edad que tengo y fumo,
moriré con una sonrisa
amarilla. Quizá el café la vuelva negra y el vino morada.
Morado leo la prensa y no
consigo aprehender el significado de las noticias
ni siquiera comprendo por qué
son noticias.
Salgo a la calle con mi
sonrisa amarilla de irresponsable fumador senior
y la pasión me hace fijar la
mirada en ese culito que se cimbrea como una palmera de hojaldre vuelta del
revés: El Deseo y El Hambre.
No logro acostumbrarme a la
inanición, al ayuno de la pasión, y sé que el hambre se pasa comiendo.
Tiempo de cuaresma en el que
desfallezco de los deseos otrora desbocados, que una vez colmados me hundían en
el aburrimiento.
Y vuelta a empezar…
Me limpio los dientes con
pasión y morderé. Morir mordiendo
no hay otra opción.
ESCRITORES
ANÓNIMOS
Quiero dejar de
escribir y no puedo,
debe ser grave porque ya
escribo hasta poesía: craso error, mariconadas.
He tirado los bolígrafos y
los lápiz ceros. Cerapio, cero, menos que nada, nunca más. Y de debajo de una
baldosa saco una dosis escondida de tinta y recargo la estilográfica que ella
me regaló y que escondía dentro del colchón.
Recaída brutal y psicólogo
que recomienda probar un grupo de autoayuda ante el fracaso estrepitoso del
método holístico de sanación de adicciones recurrentes.
Hola, mi nombre es Javier
aunque todos me llaman Javi
para no parecer un infinitivo
(confieso que soy finito)
cuyo participio sería javiado.
Mi gerundio actual sería
desjaviando
porque desde los cuarenta y
cinco me estoy desedificando ladrillo a ladrillo. Avanzo en la terapia grupal y
ya voy por el cuarto paso: cuentos chinos, micro relatos, Haiku, poesía… creo
que lograré aguantar hasta el doceavo paso.
Y ellos me dan las gracias
por compartir
Y rezan todos a la vez: “Te
javieramos Javier”
pero yo me quiero desjavierar
La semana que viene lo
compartiré el jueves de cinco a siete.
Hola soy Javi y confieso que
me he dado de bruces con lo que acabo de escribir y sólo pido compasión, porque
ni yo mismo le encuentro explicación, ni orden, ni concierto, ni figuras
poéticas, ni endecasílabos, ni musicalidad.
¡Estoy curado! Y oigo a la conductora
del grupo de escritores anónimos
diciéndome que no corra tanto, que no cante victoria, porque todavía me
faltan ocho pasos para sanar.
Y una lágrima de tinta cayó
en la libreta y esto no es una rumba ni un poema. Sólo soy yo y mi Terapión de
quinientos miligramos de tinta y cuando se acaben se acabó, con tilde en la o
por aguda adicción.
Javier o no javier, eh ahí el
dilema.